miércoles, 13 de noviembre de 2013

Mi amigo Antonio García Soler

Hoy hace veinte años que nos conocimos. Cuando me acerqué a él y le saludé, creo que sintió como si le asaltara, como si quisiera robarle. Quiso ofrecerme dinero; pero yo le conocía, sabía de él, había leído sus poemas. Sonrió y se le cayó al suelo una sonrisa hecha de recuerdos confusos o de restos de la noche. Los años han pasado; pero queda en nosotros el asombro, la música que nos conmueve aún. Como ese gesto de Antonio cuando sostiene una taza de te en la mano y recuerda, a veces con lágrimas, transmitiendo el dolor y su pulso, las palabras que no tienen memoria, que al caer se hacen añicos. Es entonces cuando uno pone el corazón sobre la mesa, como una carta que llevábamos en la manga y en secreto, y nos delata, pero nos hace ganar; y luego nos vamos cantando en la noche fría, tropezando en todas y cada una de las esquinas o del amanecer, tomándonos la penúltima siempre, esquivando a la muerte, porque la muerte es sólo el final de una canción.

martes, 12 de noviembre de 2013

Retrato de un poeta



Descubrí la poesía de Lorca hace muchos años, en las arboledas que hay junto al río Darro. Estuve interno durante cinco años (de 1972 a 1977) en el Ave María, en pleno corazón del Albaicín. Desde el internado, veíamos la Alhambra encima, majestuosa, herida, como si se nos fuera a caer encima. Oíamos el agua correr y, puede que también los suspiros de algún poeta lejano, perdido entre sus fuentes.

Yo descubrí allí toda la poesía de Lorca, desde sus primeras prosas y sus primeras canciones, hasta el libro "Poeta en Nueva York" que me dejara ya roto para siempre.
Habíamos construído un pequeño puente de madera para cruzar el río, por debajo de la Fuente del Avellano. Y allí escondía yo mi tabaco, algunos libros, fotos, en una caja de madera; y también mis primeros poemas.

Hace un año hice este retrato del poeta. Me sirvió de modelo una foto muy conocida de él. Espero haber captado un poco de su alma.