La idea era hacer un retrato de mi amigo Francisco, que murió en 1995, con apenas treinta y seis años. Francisco fue siempre un ser especial.
Quería dibujarlo, recuperar su imagen, e hice este retrato.
Y unos días después, ya en frío, he vuelto a él, y he dado algo de más color a la blusa, o retocado el cabello; pero entonces, cuando lo tengo delante y lo miro detenidamente, me quedo sorprendido porque veo en esa mirada algo más; no solo a él sino también veo los ojos de mi hermano Emilio. Alguien dijo que un pintor siempre intentaba retratarse a sí mismo, o expresar, una y otra vez, el mismo sentimiento, como un sello de melancolía que le es familiar; un gesto, una sonrisa, una expresión, la mirada de un hijo, los ojos de un hermano, etc..
Aún no he puesto título a este cuadro, porque veo en él a Francisco, pero también son los ojos de mi hermano Emilio.
Hola, Ginés.
ResponderEliminarEncantada de recibir tu visita y tu invitación.
Los ojos de un retrato encierran un misterio. A veces siento como te quieren decir algo más. Contarte un secreto... comunicarse contigo...
Es gratificante que tu propia creación te hable.
Un saludo. :)
Gracias Hulna, me alegra que hayas escrito en mi blog. Puedes pasarte cuando quieras por él y ver mis cuadros o leer algún pensamiento, algún poema.
EliminarYo lo paso muy bien leyendo tus poemas; como ya te he comentado, me gustan, me parecen muy bellos.
Un saludo