Un violonchelo dibujado con acrílico y un trompetista. Son fragmentos de un cuadro que he regalado a Sonia Megías. Unas fotos junto al mar, con Luis e Isabel y otros amigos de Cataluña. Yo leí poemas al anochecer, despues de cenar y beber un buen vino que Luis había traído.
Son algunas tardes últimas que he añadido a mi colección de tardes sin sentido, aunque me debo a ellas,
o ellas a mí, me buscan, me seducen, me tumban. Gracias. Y gracias a Luis, por ese vino.
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