martes, 27 de noviembre de 2012

Retrato de mamá

Una mañana del mes de noviembre, de este noviembre que ya termina, me pedí un día de permiso y me quedé en casa. Yo solo, leyendo, escuchando música, soñando. Todo, la memoria, la música, la textura de las cosas, incluso ese pequeño rayo de sol que se posó sobre las tapas de mi libro, y también la tristeza o la alegría que hay en las cosas, incluso el olvido, y el sueño, siempre el sueño, con sus cuatro esquinas rotas; todo eso, digo, me mostraron un rostro, dibujaron en la luz unos ojos que han estado en mi vida siempre, aún desde antes de nacer; los ojos de mi madre. Sentí entonces la necesidad de pintarlos, de dibujar su rostro.






2 comentarios:

  1. La mirada de una madre dice tantas cosas, lo que calla la boca lo habla sus ojos. Esos que nunca olvidamos, aunque no estén delante.
    Aprovechaste el tiempo, no me cabe duda.
    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Gracias por el comentario. Mi madre murió en 2009 y desde entonces he escrito sobre ella y también la he pintado. Sigue estando ahí, en mis pensamientos; y creo
      que también en la mirada.

      Ginés

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