Este bodegón lo he pintado este año. Me gustó porque el cartón me permitió simular el color original del barro.
Pienso que la necesidad de pintar dormía dentro de mí, y siempre ha estado ahí; sólo que ahora ha estallado como un polvorín y lo ha impregnado todo de color, como si el mundo de pronto hubiese sido creado para mí. La poesía me había mostrado el interior de los objetos, su música, o su nombre; porque a las cosas hay que nombrarlas, sentirlas cerca.
Sigo escribiendo, pero he empezado a pintar casi de forma obsesiva, como si tuviera prisa, o miedo a que las cosas pierdan su color, a que la luz que les da forma se apague.
No hay comentarios:
Publicar un comentario